Para producir estos eventos al aire libre se requería alquilar costosos equipos de amplificación, tarimas, carpas y demás parafernalia utilizada en estos montajes. Mientras muchos de estos proveedores cobraban (y aún lo hacen) abultadas sumas, que se llevaban la mayor tajada del presupuesto asignado, se les pedía a las agrupaciones que tocaran gratis para obtener a cambio una supuesta exposición por participar en el concierto. Esa prometedora oferta resultaba cierta para pocos, ya que las cámaras solo se fijaban en Shakira, Juanes y otros privilegiados a los que les sobra bulla promocional y que poco aportan a la creación de música significativa y duradera en el país. A estos últimos tocaba llevarlos en costosos vuelos charter junto con toneladas de equipos.
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